divendres, 25 de gener del 2013

No votar para sumar


Article publicat avui a El País i signat per Joan Ignasi Elena, Marina Geli, Rocío Martínez-Sampere, Àngel Ros i Núria Ventura.

El pasado miércoles, el Parlamento de Cataluña aprobó la declaración de soberanía para el derecho a decidir con los votos a favor de Convergència i Unió (CiU), Esquerra Republicana (ERC), Iniciativa per Catalunya (ICV-EUiA), el sí crítico de las Candidatures d’Unitat Popular (CUP) y los votos en contra de Partit dels Socialistes (PSC), Partido Popular (PP) y Ciutadans. Cinco diputados del PSC consideramos que la mejor opción era no votar no, una decisión tan difícil como consciente.
Consciente, pensando en visualizar la pluralidad que siempre ha caracterizado a una organización históricamente abierta a las alianzas con la sociedad civil. Consciente, pensando en representar a unos votantes que nos siguen esperando, que esperan de nosotros una mayor apertura al diálogo, que reclaman de nosotros una mayor participación en la toma de decisiones y que cada vez son más reticentes al tacticismo.

Consciente, pensando en la unidad del catalanismo político. Porque Cataluña no puede afrontar los retos que tiene planteados desde la división a la que nos abocan ambos Gobiernos. No es suficiente con lamentarse y esperar, sino que se hace más necesario que nunca reafirmar el activismo responsable y protagonista del PSC a la hora de articular y garantizar la principal riqueza de nuestro pueblo: su cohesión civil. Y si lo hemos hecho hasta ahora es porque hemos sabido reflejar como nadie su complejidad.

Corren malos tiempos para la política que nos obligan a elaborar nuevas respuestas, a adecuarnos a las nuevas realidades. Y desde la proximidad, desde la toma de posiciones. Y con vocación mayoritaria. Son pocos los que ya dudan de que en Cataluña, seguramente desde una irresponsable precipitación, el tablero del juego está cambiando. A la transición nacional, política y económica en que estamos sumidos, debemos dar respuestas no ancladas en mentalidades de antes y no debemos caer en la tentación de rechazar un debate en pro del otro. Nacional y social.

El uno y el otro como caras de una misma moneda. El derecho a decidir representa a la unidad del catalanismo lo mismo que representó la recuperación del autogobierno después de la transición. Y aunque sea verdad la confusión —premeditadamente provocada en torno a la palabra soberanía— esta unidad es un bien superior, a preservar. Mirar pasivamente cómo CiU y ERC reducen soberanía a independentismo y cómo asimilan catalanismo a nacionalismo es un riesgo demasiado grande para el conjunto de la sociedad catalana.

Fue también una decisión difícil. Difícil por el embate que suponía para nuestro partido. Difícil porque entendemos perfectamente las consecuencias de saltarse unas reglas del juego, la disciplina de voto en listas cerradas, que no solo hemos acatado, sino algunas veces impulsado. Pero a diferencia de otras ocasiones, el esfuerzo de síntesis entre posiciones encontradas no fue posible.
Pero positivemos, lo reclama una amplia franja de la sociedad a la que queremos representar: lo más importante de todo es que los 20 diputados votamos sí a un mismo proyecto, el nuestro. El de la sensatez y la convivencia. Y eso es lo que deberíamos recordar. Ese es nuestro capital que sin duda será necesario —más pronto que tarde— para evitar el choque de trenes que alientan algunos insensatos que olvidan las lecciones de nuestra historia.

Los retos y los riesgos son mayúsculos. El riesgo de desunir lo que va intrínsecamente unido: políticos y ciudadanos. De desunir desde arriba Cataluña y España. De desunir derechos y ciudadanía. De desunir economía y progreso. Por eso el PSC debe ser más PSC que nunca. Fusión y no ruptura. Unión y no homogeneidad. Riesgo responsable y no conservadurismo inerte. Puentes y no abismos. Desde la complejidad y la pluralidad, consideramos mejor no votar. Para poder realmente sumar.